Santos de hoy: San Melchor de Quirós
Nació el 28 de abril de 1821 en el seno de une familia humilde y profundamente cristiana de Cortes (Quirós) y fue bautizado al siguiente día en la parroquia de Cienfuegos. En esta iglesia de Cienfuegos, que data del siglo XV y contiene interesantes retablos del siglo XVIII, aún se conserva la pila original donde se bautizó al santo.
Melchor, que era el primogénito de siete hermanos, presentó desde su tierna infancia una fuerte inclinación por la religión. Ejercía la bondad y la caridad y tenía un fuerte espíritu de sacrificio debido a las penurias que le tocó vivir.
Cruz de madera hecha por San Melchor en su infancia y cuchara, tambien de madera, que su madre le guardaba para que utilizara en sus vacaciones en el pueblo.
A la edad de 7 años, los padres de Melchor deciden mudarse en busca de unas mejores condiciones de vida y se trasladan a San Pedro de Arrojo, pueblo del padre. En la iglesia parroquial de San pedro de Arrojo, Melchor oía misa los días de fiesta, se confesaba y se preparaba para recibir la primera comunión.
Asistió a la escuela pública y en Bárzana, a 3 Km. de su casa, realizó los primeros años de su carrera aprendiendo latín con un profesor. Melchor era un buen estudiante y sería más tarde uno de los primeros expertos en latín de la Universidad de Oviedo.
A los 14 años, deja Quirós para trasladarse a Oviedo y proseguir sus estudios en la Universidad. Hoy en día los peregrinos hacen este camino en sentido inverso para, desde la capital del Principado, llegar al que fuera su pueblo natal en Quirós, Cortes.
Después de ser bachiller en filosofía, a los 24 años se titula de bachiller en teología. En su cuarto año de teología, su buen expediente académico y su reconocida virtud, le permitirán trabajar como preceptor del Colegio de San José, aliviando a su familia de la carga económica y facilitándole su dedicación al estudio.
Fue durante los nueve años que residió en Oviedo donde maduró su vocación religiosa y decidió dedicarse al apostolado en las lejanas misiones de Tonkín, actual Vietnam.
A mediados de julio de 1845, a los 24 años y medio abandona la ciudad de Oviedo con el fin de ingresar en el convento de Ocaña (Toledo) para hacerse Religioso y Sacerdote por un periodo de tres años. Aquí toma el hábito de Santo Domingo de Guzmán para consagrarse a las misiones en Indochina, donde venían noticias de crueles martirios y del heroísmo de sus misioneros.
Fr. Melchor García Sampedro hubiera podido tener una vida cómoda y ayudar económicamente a sus padres y hermanos si hubiese aceptado un destino en el mismo Concejo de Quirós. Pero su determinación, muy clara desde su juventud, era la de convertir infieles.
Le llega la orden de partida y en julio de 1848, después de cuatro meses y medio de viaje en barco, desembarca en Manila con otros cinco Dominicos. Tiene 28 años.
Aquí en Manila le tenían dispuesta una cátedra de filosofía en la Universidad de Santo Tomás de Manila. Pero él la rachaza. Su deseo no era vivir tranquilamente en el convento de la capital sino que su sueño era convertir infieles y sufrir penas y fatigas.
Carta de San Melchor a su familia:
Abril, 6 de 1858.
Mis inolvidables padres y hermanos: Con el temor de escribir a muertos y la confianza de que cuando ésta reciban –si alguno vive- lo estaré yo también, pasaré gustoso lo que falta de la noche, dándoles una breve reseña de los exquisitos trabajos con que el Señor nos regala. Persecución cruel, hambre extremada y guerra civil, son los tres azotes con que los neófitos de Tung-King Central purgan sus pecados y labran una corona más brillante que el sol, que ceñirán por una eternidad. ¡Felices trabajos que hacéis dichosa la casa donde moráis!
Embarca, pues, hacia el Tonkín. La iglesia llevaba siglos presente allí. El país estaba dividido en dos diócesis, la occidental dirigida por sacerdotes franceses y la oriental por los Dominicos españoles de la provincia del Santísimo Rosario de Filipinas.
Los cristianos eran perseguidos. Se aplicaba la pena de muerte a los misioneros y a todos aquellos que abrazaban la fe cristiana o ayudaban a los fieles. Hubo miles de muertes, incluso de niños.
Fr. Melchor se dedica en cuerpo y alma al ejercicio apostólico: viaja, bautiza, confiesa, predica. Adopta las costumbres del país, cambia su nombre por el de Xüyen, (que significa río) y en poco tiempo domina la lengua y puede entenderse con los nativos. Incluso edita textos, muchas veces escritos por él mismo. Realiza una importante labor de evangelización que es conocida y admirada por los demás misioneros.
En 1855, a la edad de 34 años, se convierte en Obispo titular de Tricomía y coadjutor del Tonkín central. Sobre él recae ahora la gran responsabilidad de dirigir una amplia Comunidad Cristiana y su vida de entrega y sacrificio es aún mayor. Sabe que este cargo supone firmar su sentencia de muerte, sin embargo acepta.
En 1857 tiene lugar el martirio del obispo Díaz Sanjurjo y Fr. Melchor queda constituido automáticamente Vicario apostólico del Tonkín Central. Fr. Melchor comenta de aquella época que: El infierno entero se ha conjurado contra nosotros
. Muchos cristianos y misioneros habían sido apresados y decapitados, la guerra civil y el hambre asolaban el país. El emperador le persigue, desea arrancarle la cabeza, por ello nuestro Obispo se oculta y celebra el culto de noche.
Fr. Melchor tiene siempre presente el martirio. En cartas a su hermano Manuel muestra claramente su deseo de que llegue el momento : Cuando tenga ocasión volveré a escribirte, si vivo, si la Virgen del Alba me concede poder derramar mi sangre impura por la religión, hasta el cielo
.
Se le había condenado por haber entrado clandestinamente en el Imperio de Anam y haber predicado la religión de Jesucristo contra lo dictado por las leyes del país.
El emperador Tu-Duc había mandado que se cortase la cabeza a los sacerdotes europeos. Pero para Fr. Melchor había dispuesto un suplicio aún mayor, se pretendía que su ejecución sirviese de ejemplo atemorizante para todos los cristianos del país y por eso la crueldad empleada fue extrema.
Toda la multitud de la ciudad estuvo presente. Cruzó la ciudad con la enorme cadena al cuello y fue descuartizado comenzando por las piernas, siguiendo por los brazos y la cabeza. Sus fieles recogieron los restos que habían sido enterrados en un foso. Pero la cabeza que había sido expuesta, posteriormente destrozada a golpes y arrojada al mar, nunca se pudo encontrar.
La tradición de Quirós dice que dos árboles que habían sido plantados por él en su tierra natal y que no dieron flores aquella primavera, al llegar el mes de julio se llenaron de capullos para luego secarse de repente.