La Catedral de Bogotá, dedicada a San Pedro, celebrará solemnemente
La Catedral de Bogotá no sólo es la primera parroquia bogotana, es un templo próximo a cumplir 200 años, que desde su creación fue consagrado a San Pedro. Su fiesta patronal estuvo un poco nublada por las muchas celebraciones importantes, que como sede primada debe realizar: la Misa Crismal; las ordenaciones diaconales y presbiterales; Santa Isabel de Hungría, Nuestra Señora del Topo, Semana Santa y un largo etcétera.
Ahora, su nuevo párroco, el padre Marín ha decidido celebrar con solemnidad la fiesta del santo el domingo siguiente a la fecha del calendario, con la música interpretada por el organista titular, Vincent Heitzer, y la Schola Cantorum.
La Cátedra de San Pedro es símbolo de la doctrina católica sobre la sucesión y la autoridad del episcopado, fundamentada en el mandato de Cristo a San Pedro y a sus sucesores romanos.
La fiesta de la Cátedra de San Pedro, expresa la misión que Cristo le confió a él y a sus sucesores: apacentar su rebaño con la predicación del Evangelio. Después del Cenáculo de Jerusalén y de Antioquía, Pedro se estableció en Roma, donde culminó su vida con el martirio. Por esto, la sede de Roma no está sólo al servicio de la comunidad romana, sino también de las demás Iglesias. Así lo afirma el Padre de la Iglesia San Jerónimo: «Yo no sigo más primado que el de Cristo; por eso estoy en comunión con tu beatitud, esto es, con la cátedra de Pedro. Yo sé que sobre esta piedra ha sido edificada la Iglesia».
Esta celebración de hoy significa reconocer un signo privilegiado del amor de Dios, Pastor bueno, que quiere reunir a su Iglesia y guiarla a la salvación. Por esto, os invito a rezar de modo particular por el ministerio que Dios me ha confiado, pidiendo al Espíritu Santo que, con su luz y su fuerza, me sostenga en el servicio cotidiano a toda la Iglesia.
La «cátedra», literalmente, quiere decir la sede fija del obispo, colocada en la iglesia madre de una diócesis, que por este motivo es llamada «catedral», y es el símbolo de la autoridad del obispo y, en particular, de su «magisterio», es decir, de la enseñanza evangélica que él, en cuanto sucesor de los apóstoles, está llamado a custodiar y transmitir a la comunidad cristiana. Cuando el obispo toma posesión de la Iglesia particular que le ha sido confiada, con la mitra y el báculo, se sienta en su cátedra. Desde esa sede guiará, como maestro y pastor, el camino de los fieles, en la fe, en la esperanza y en la caridad.