La arquidiócesis de Bogotá se une a la III Jornada mundial de los pobres
Quiso indicar ante todo el objetivo de que los pueblos salieran del hambre, la miseria, las enfermedades endémicas y el analfabetismo. Desde el punto de vista económico, eso significaba su participación activa y en condiciones de igualdad en el proceso económico internacional; desde el punto de vista social, su evolución hacia sociedades solidarias y con buen nivel de formación; desde el punto de vista político, la consolidación de regímenes democráticos capaces de asegurar libertad y paz (Benedicto XVI, Cáritas y veritate, (2019), p. 11)
Es bueno recordar aquel llamado que hace San Pablo VI, acerca de trabajar en pro de un desarrollo mutuo y no simplemente en beneficio propio e individualista, donde los beneficiados son unos pocos y los excluidos son la mayoría.
Es tiempo de romper el egoísmo o anhelodepoderyveralotroconlos ojos de Dios. Es decir, de poner en práctica la parábola del “Buen Samaritano” con los más necesitados. De igual forma, es preciso retomar el mensaje del «Jubileo de las personas socialmente excluidas» del Papa Francisco para dar apertura a la III Jornada por los pobres. Ya que aquí se plantea el principal objetivo de estaJornadayrecordarelejemplo de “Jesucristo, Rey del Universo, el cual se ha identificado con los pequeños y los pobres, y nos juzgará a partir de las obras de misericordia (Mt 25,31-46)” y en este mismo sentidoafirmaquese“Terminael Jubileo y se cierra la Puerta Santa, perolapuertadelamisericordiade nuestro corazón permanece siempre abierta, de par en par” (Papa Francisco, Misericordia et Misera (2016), P. 10).
En este tercer año consecutivo, el Papa Francisco motiva a continuar el caminoqueseemprendióhacedos años, con la celebración de la jornada por los pobres, a no desfallecer y por lo tanto plantea para este año el lema “La esperanza de los pobres nunca se frustrará” iluminado por el Salmo 9,19. Afirma que este salmo se compuso en un momento de gran desarrollo económico que, como suele suceder, también produjo fuertes desequilibrios sociales. La inequidad genera un numeroso grupo de indigentes, cuya condición parece aún más dramática cuando se compara con la riqueza alcanzada por unos pocos privilegiados. El autor sagrado, observando esta situación, dibuja un cuadro lleno de realismo y verdad; convocando a devolver la esperanza perdida a causa de la injusticia, el sufrimiento y la precariedad de la vida al corazón de los más pobres.