El Papa Francisco ha nombrado nuevo Arzobispo para la Arquidiócesis de Bogotá
ArzobispoLuis José Rueda Aparicio
El nuevo arzobispo nació en San Gil, Santander, el 3 de marzo de 1962 y Bogotá será la tercera diócesis que le corresponde pastorear.
Rueda Aparicio nació en una familia de 11 hermanos, siendo el décimo de ellos. Su educación inicial se dio en diferentes escuelas municipales, y la superior en el colegio San José de Guanentá, siendo bachiller técnico; entonces ayudó a su padre en diferentes oficios relacionados con la construcción, trabajó en el laboratorio de la fábrica de cementos Hércules y, desarrolló sus habilidades de comunicador en diferentes medios locales.
En enero de 1983 ingresa al seminario de Socorro y San Gil; recibe su ordenación presbiteral el 23 de noviembre de 1989, de manos de su obispo, monseñor Jorge Leonardo Gómez Serna, O.P., luego de estudiar Teología en el Seminario Mayor de Bucaramanga.
Posteriormente viajó a Roma para adelantar estudios de especialización en Teología Moral en la Academia Alfonsiana de Roma, de los Padres Redentoristas.
Antes de cumplir los cincuenta años, el 2 de febrero de 2012, es anunciado como obispo de Montelíbano, y ordenado por el entonces nuncio apostólico, Aldo Cavalli, el 14 de abril del mismo año.
En la CIII Asamblea Plenaria del episcopado colombiano, de julio de 2017, es elegido presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social y Caritativa.
El 19 de mayo de 2018, Su Santidad Francisco lo nombró como Arzobispo de Popayán y la posesión canónica fue el 7 de julio de 2018.
Su vida pastoral ha estado marcada por un intenso acento social, desde sus días de presbítero, toda vez que fue Subdirector del Secretariado Diocesano de Pastoral Social –SEPAS-; rector del Instituto Técnico para el Desarrollo Rural –IDEAR- (2010) y vicario episcopal de Pastoral de la diócesis de Socorro y San Gil.
Durante la pasada Semana Santa abogó, junto con el arzobispo de Cali, y lo obispos de Quibdó, Tadó, Apartadó, Itsmina, Ipiales, Mocoa, Sibundoy, Palmira y Buenaventura hizo un llamado al Estado colombiano “para que defina una solución integral que resuelva las causas estructurales que están en la raíz de la crisis humanitaria”.
Y en el sermón de las Siete Palabras dijo que: “En la Iglesia no todo está cumplido, en el mundo, en su familia, en nuestra vida, todo está por cumplirse. Ojalá llegaremos un día con Cristo al momento final y que podamos pronunciar esta palabra con conciencia y alegría, con la certeza de haber descubierto y asumido la existencia hasta las últimas consecuencias.Que esta Semana Santa sea la oportunidad para que nosotros nos unamos con Cristo y asumamos la tarea. Nuestra casa, nuestra familia, la economía, la sociedad y el mundo entero necesitan de hombres y mujeres que realicen la misión que el padre les confió”.
Cardenal Rubén Salazar Gómez
Entusiasmo apostólico hasta el final
El cardenal Rubén Salazar Gómez fue nombrado por el Papa Benedicto XVI, el 8 de julio de 2010, como arzobispo de la sede primada de Colombia, la Arquidiócesis de Bogotá, y tomó posesión el 13 de agosto, siendo presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, cargo al que fue reelegido en 2012.
El Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) lo eligió como presidente para el periodo 2015-2019. Y, en el Vaticano, es miembro del Consejo Pontificio de Justicia y Paz, de la Pontificia Comisión para América Latina, de la Congregación para los Obispos y miembro de la APSA, dicasterio que se encarga de la Administración del Patrimonio de la Santa Sede, a la fecha.
Con alegría y acompañado de su grey, su presbiterio y sus amigos, en el 2017, el cardenal Rubén Salazar, celebró el 25 aniversario de su ordenación episcopal y el 50 aniversario de su ordenación presbiteral. En esta celebración, la iglesia particular de Bogotá, agradeció a Dios el amor que, a través de este insigne pastor, le dispensó en abundancia. Un amor traducido en una entrega sacerdotal sin límites, constante, dinámica y siempre con el sello del espíritu del Evangelio de Jesucristo.
El servicio episcopal que el señor Cardenal Salazar Gómez prestó en la Arquidiócesis de Bogotá enriqueció una larga tradición de arzobispos en la sede primada de Colombia. Es admirable su conocimiento bíblico y de los documentos de la Iglesia, que se percibe en las charlas, homilías y en sus predicaciones.
Si los obispos han sido instituidos para enseñar al pueblo de Dios, como lo enseña el Concilio Vaticano II, el cardenal Rubén Salazar Gómez puede sentirse feliz de haberlo hecho, sin perder nunca el entusiasmo apostólico.
Para los fieles de la Arquidiócesis de Bogotá fue un gran regalo de Dios y una gracia, la presencia de este Pastor, que a través del plan de evangelización (Plan E) puso a la Iglesia en salida, misión permanente en búsqueda de las ovejas dispersas que tanto necesitan del cuidado pastoral y de la presencia de Jesucristo entre esta compleja porción del tejido social.
Sus cualidades humanas se hacen presente no sólo en el cariño y cercanía que manifestó hacia sus fieles en sus habituales visitas a las parroquias, sino como padre y pastor de su clero, al que conoció por su nombre.
Gran pastor, ser humano de las mejores calidades al que se le ha admirado y al que se le recordará siempre con infinita gratitud.