Consagración del templo Beata Teresa de Calcuta
El padre Gilvert Castro, párroco, llegó con un poco de afán, venía de celebrar en otro centro de culto; ya le esperaban los diáconos y algunos seminaristas que ayudarían en la ceremonia. Todos entraron en el antiguo “templo”, que no era más que una ramada oscura, de latas de zinc, allí, los niños acólitos ya se estaban revistiendo.
Cuando llegó el Cardenal todos corrieron a saludarlo por la calle polvorienta, Él, sonriente correspondió a los saludos con bendiciones. La procesión se fue formando con dificultad por entre los fieles y la banda marcial de un batallón de la Policía Militar.
El nuevo templo estaba absolutamente lleno, al rededor de dos mil personas estaban dentro y los que quedaron afuera pugnaban por entrar.
El arquitecto entregó los planos al Arzobispo e hizo una explicación de los símbolos del templo, explicó también como se puede ver el sari de Teresa en la estructura.
Las palabras del padre Gilvert fueron emotivas, dio gracias a la comunidad, a quienes dieron los generosos aportes y su mamá, por acompañarlo y apoyarlo con la oración permanente.
Cuando empezó la ceremonia el Cardenal asperjó todo el templo moviéndose pesadamente por entre la multitud, que entusiasmada lo abrazaba y lo tomaba de las manos.
En la homilía explicó la belleza y la importancia de la ceremonia, también la felicidad que produce en el Obispo la consagración de un nuevo templo, por el significado en la vida de comunidad y de oración.
La ceremonia tiene momentos importantes:
La bendición de las doce cruces en las columnas del templo; la colocación de las reliquias en el altar y la unción del mismo; el incienso; cuando se prenden los cirios y al mismo tiempo las luces del templo, momento que arrancó aplausos entre los asistentes; finalmente el Arzobispo guardó el Santísimo en el Sagrario.