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Santo de hoy: Santa Juliana de Falconieri, Fundadora

Nació en Florencia, Italia, en el año1270, de nobles y  ricos padres: Clarisimo y Recordada, quienes vieron en su única hija, el signo de un alma especial; cuentan que…

Toda su infancia fue una revelación de bellas virtudes que habría de ejercitar heroicamente durante su vida
Después de su primera visita a la Iglesia de Florencia, en compañía de su madre, ella manifestó su atracción por la belleza del culto religioso, armando pequeños altares que adornaba con flores y velas, luego se entretenía arrodillándose y haciendo devota oración. Aproximadamente a los doce años realiza su primera comunión, este primer encuentro divino la invitó a seguirlo a lo largo de su vida con un amor sublime, hecho de caridad de renuncia y heroísmo.
Juliana era una enamorada del crucifijo, solo en el encontraba el gusto por la vida. Amante del silencio, en soledad, en su modesto cuarto del suntuoso palacio del centro de Florencia, se pasaba horas rezando especialmente por la realidad social del momento, que eran de enfrentamientos y divisiones políticas, entre Guelfos y Guibelinos, partidarios del papa y del emperador. Aquí tenemos un ejemplo y actitud que podemos imitar, orar mucho para que mejore la situación  política y económica de nuestros países.
El servicio, la oración, la verdad, la caridad, humildad, y su devoción por la Eucaristía eran su única alegría. Ningún pobre tocaba en vano a la puerta de su rico palacio, ella siempre ayudaba; cuando daba pan les aconsejaba dulcemente de comer también el otro Pan de Vida Eterna que sacia el espíritu y da fuerza y resignación en el sufrimiento actual. “La Eucaristía”.
Juliana rezaba sin esfuerzo alguno, a toda hora del día y muchas veces por las noches, sin descansar. Dormía muy poco, y cuando lo hacía se acostaba en un pliego duro o en la tierra.
Ella misma se propuso un Reglamento personal sumamente riguroso. Ayunaba 3 días por semana, a veces pasaba días sin comer bocado (sobre todo cuando se dedicaba a altísimas oraciones). Los sacerdotes decían que a los pecadores les hacía mayor bien los sencillos consejos de esta sencilla religiosa seglar, que los sermones de los mejores predicadores. Muchos pecadores se convirtieron de su vida de maldad, después de tener una charla con Juliana, la de la "pañoleta". Enemigos que se odiaban a muerte, hacían las paces y se declaraban para siempre la Paz, cuando la santa se dedicaba a volverlos otra vez a la amistad. En su última enfermedad, a la edad de 71 años, su estómago no le recibía ningún alimento. Vomitaba todo lo que comía. A sí que tuvo que dejar de recibir la Sagrada Comunión.Esta prohibición, a raíz de su enfermedad, era para ella el peor  tormento. La santa resignada a la voluntad divina pide a su confesor, el padre Servita Santiago de Montereggio, que al menos la deje contemplar la Hostia adorable. Al entrar el sacerdote en su cuarto con el Santísimo, lo  adora por unos instantes, permaneciendo en éxtasis y dice: “¿Es posible que muera sin mi Dios? Padre acércame a Jesús a mi corazón”. Apenas la Hostia inmaculada toco el pecho, Jesús Eucaristía desapareció. Juliana, habiéndose unido con su Amor, murió-- su rostro radiante de alegría. El sacerdote y las hermanas cayeron de rodillas ante este milagro. Cuando las hermanas preparaban su cuerpo para enterrarlo, encontraron en su pecho--donde mismo Jesús Eucaristía había sido colocado--la silueta de Cristo Crucificado, dentro del círculo de la Hostia. Juliana una Santa para profundizar su paso por el mundo e imitar muchas de sus actitudes cristianas en estos tiempos por su profunda fe y devoción a la Eucaristía.