En la hora de los laicos el Papa anima a los institutos seculares
«Yo –añadió Francisco frente a las doscientas personas que participaron en el encuentro promovido por la Conferencia italiana de los Institutos seculares– escribí un discurso para ustedes, pero hoy sucedió algo. Es culpa mía, porque he dado dos audiencias, no digo al mismo tiempo, pero casi. Por eso prefiero entregarles el discurso, porque leerlo es aburrido, y decirles dos o tres cositas que tal vez les ayudarán».
Francisco prosiguió reflexionando sobre la constitución apostólica “Provida Mater Ecclesia”, con la que en 1947 Pío XII creó los Institutos seculares («Las Sociedades, clericales o laicas, cuyos miembros, para adquirir la perfección cristiana y ejercer plenamente el apostolado, profesan en el siglo los consejos evangélicos, para que se distingan convenientemente de las otras Asociaciones comunes de los fieles, recibirán como nombre propio el de Institutos o Institutos Seculares, y se sujetarán a las normas de esta Constitución Apostólica»); según Papa Francisco esta constitución apostólica fue un «gesto revolucionario en la Iglesia». Los Institutos seculares «son justamente un gesto de valentía que hizo la Iglesia en ese momento; dar estructura, dar institucionalidad a los institutos seculares. Y desde esa época hasta ahora es mucho el bien que ustedes hacen para la Iglesia, con valentía porque se necesita valentía para vivir en el mundo. Todos los días, vivir la vida de una persona que vive en el mundo, y al mismo tiempo custodiar la contemplación, esta dimensión contemplativa hacia el Señor y también en relación con el mundo, contemplar la realidad, como contemplar las bellezas del mundo, y también los grandes pecados de la sociedad, las desviaciones, todas estas cosas, y siempre en tensión espiritual… Por esto, su vocación es fascinante, porque es una vocación que está justamente allí, en donde se juega la salvación no solo de las personas, sino de las instituciones. Y de muchas instituciones laicas necesarias para el mundo. Por esto yo pienso así, que con la “Provida Mater Ecclesia”, ¡la Iglesia hizo un gesto verdaderamente revolucionario!». El Papa argentino también dijo que espera que los consagrados laicos conserven «siempre esta actitud de ir más allá, no solo más allá, sino más allá y en medio, allí en donde se juega todo: la política, la economía, la educación, la familia… ¡ahí! Tal vez es posible que ustedes tengan la tentación de pensar: “Pero, ¿qué puedo hacer yo?”. Cuando venga esta tentación, ¡recuerden que el Señor les habló de la semilla del trigo!». El papa concluyó su discurso exhortando a leer el capítulo 11 de la Carta de San Pablo a los Hebreos y a no perder la esperanza: «Gracias por lo que hacen en la Iglesia. Muchas gracias por la oración y la acción. Gracias por la esperanza y no olviden, ¿eh?: sean revolucionarios!»
En cambio, en el discurso que entregó a los presentes, Papa Francisco citó a Pablo VI: «No se salva al mundo desde afuera; hay que, como el Verbo de Dios que se hizo hombre, ensimismarse, en cierta medida, en las formas de vida de aquellos a quienes se quiere llevar el mensaje de Cristo, es necesario compartir, sin poner distancias de privilegios, o diafragmas de lenguajes incomprensibles, las costumbres comunes, siempre que sean humanas y honestas, esas de los más pequeños especialmente, si se quiere ser escuchado y comprendido». Al recordar la vocación propia de los institutos seculares de «permanecer en el mundo», Bergoglio escribió una advertencia: «Si esto no sucede, si se han vuelto distraídos o, peor todavía, no conocen este mundo contemporáneo, sino que conocen y frecuentan solamente el mundo que es más cómodo o que les gusta más, ¡entonces es urgente una conversión!».