Clausura curso “Comunicación en la Iglesia”
La conclusión de este primer curso sobre la comunicación en la Iglesia, en feliz alianza con la Universidad de la Sabana y, desde luego, el ver a quienes resultan ser como la primera promoción de este proyecto. Desde hace ya un largo tiempo habíamos detectado la necesidad de realizarlo pues si la evangelización siempre ha sido un ejercicio constante de comunicación, las circunstancias actuales nos plantean un reto muy grande para seguir haciéndola a la altura de esta época. Por otra parte, el ejercicio sinodal que hoy se realiza en toda la Iglesia, está pidiendo a grandes voces que formemos a nuestra gente para todo lo que implica y exige la misión esencial de la Iglesia que no es otra cosa que anunciar el Evangelio convertido en buena noticia, a tiempo y a destiempo, como lo dice el Apóstol Pablo.
La buena respuesta que obtuvo la propuesta de este curso, junto con el apoyo irrestricto del Señor Arzobispo y de la Arquidiócesis de Bogotá, e igualmente el compromiso profesional y cristiano de la Universidad de la Sabana, nos han abierto un panorama muy interesante. En primer lugar, porque estamos viendo que hay muchas personas interesadas en colaborar en la misión comunicativa de la Iglesia y hay comunicadores que quieren conocer más a fondo esta realidad en la Iglesia para su buen ejercicio profesional. En segundo lugar, porque vamos viendo, especialmente desde la realidad comunicativa agitada por la pandemia del covid 19, que, los fieles de la Iglesia, las distintas comunidades de nuestra Iglesia, esperan que esta tenga también un servicio constante y de muy buena calidad en el mundo virtual, aunque este no abarque todo el tema comunicativo. En tercer lugar, porque también constatamos que la Arquidiócesis, ustedes los participantes y la misma Universidad de la Sabana, todos, están dispuestos a direccionar recursos económicos, talento humano, tiempo e instalaciones físicas para estas nuevas áreas del quehacer eclesial.
En síntesis, están dadas las condiciones para que este ejercicio académico, con proyección muy práctica, poco a poco adquiera el carácter de permanencia en la vida de nuestra Iglesia local y de las demás que quieran vincularse a formar personas para un verdadero ministerio o servicio en las comunicaciones eclesiales.
Por otra parte, me parece que estamos recogiendo otras ganancias importantes. La primera es que comenzamos a tener claridad en nuestra Arquidiócesis de Bogotá respecto al carácter, si se quiere profesional, con que debemos realizar esta tarea comunicativa y con más veras si deseamos que esto haga ya parte de nuestra rutina diaria evangelizadora. La segunda, vamos descubriendo cómo hay un mundo de inmensas posibilidades al cual podemos acceder para realizar la formación de nuestros agentes evangelizadores y de nuestros comunicadores, gracias a instituciones como la Universidad de la Sabana y seguramente otros centros universitarios afines a la Iglesia. La tercera, el ambiente digital que hoy es omnipresente y que pone muy cerca de todos nosotros, como personas y como institución, una verdadera caja de herramientas para que el mensaje de Jesús llegue hasta los lugares más recónditos y, más importante, a muchísimas personas, dentro de las cuales seguramente hay muchas, que no podríamos alcanzar de un modo diferente.
Mirando hacia adelante, pienso que hay dos retos que debemos atender. El primero, institucionalizar este ejercicio formativo de manera que poco a poco la Arquidiócesis de Bogotá, sus parroquias y movimientos apostólicos, las comunidades religiosas y también las universidades católicas, puedan contar con una verdadera red de comunicadores al servicio de la evangelización. Esta red debe tener carácter permanente y creciente para apoyar toda la labor de la Iglesia en Bogotá y la región vecina. El segundo, armonizar iniciativas y tareas entre todos los que en la Iglesia estamos en este servicio de modo que con esfuerzos mancomunados obtengamos mejores frutos en nuestra labor y en la consolidación de una comunicación de espíritu realmente cristiano, es decir, fiel a Dios, a las personas y siempre al servicio del bien común y al cuidado de la casa común.
De nuevo, mi agradecimiento al Señor Arzobispo, a la Universidad de la Sabana representada hoy por su decano de comunicaciones, a los profesores que lideraron estos encuentros, a Doris Hernández, quien, en nombre de la OAC lideró el desarrollo del curso y a todos ustedes que aceptaron nuestra propuesta de iniciar este camino formativo. Y, como dicen los ciclistas, también agradecemos a nuestros patrocinadores que facilitaron y apoyaron esta iniciativa. ¡Muchas gracias!