Nuestro saludo desde el corazón es para bendecirte y darte gracias porque nos levantamos en tu santo Nombre e iniciamos nuestra jornada contando con tu presencia y compañía. Qué agradable es iniciar nuestra travesía con mucha fe y optimismo, pensando que todo lo realizaremos para agradarte.
Hoy nos das tu palabra para llenarnos de fe y no dejar que caigamos en pesimismo como el pueblo en el desierto. Muchas veces vamos recorriendo y vagando por nuestros desiertos de injusticia y falta de amor; clamamos a Ti pero con temor o quizás nos quedamos pasmados en silencio, y algunos en duda y desesperación. Danos bastante fe y confianza para mirarte como a Aquel que cargó sobre sí nuestras dudas y nuestro mal y sufrió por ellas en la cruz.
Que podamos contemplarte en la cruz, no para ver sufrimiento sino para ver en tu entrega generosa un signo de esperanza y una luz de salvación. Que al mirar la Cruz y contemplar tu mirada seamos sanados en nuestros corazones de todo lo negativo y de aquellas tinieblas que no nos dejan ser felices. Hoy te suplicamos, Señor, que nos defiendas de las serpientes de la mentira, el engaño y la incomprensión; y si alguna pretende mordernos, que podamos mirarte y Tú nos defiendas. Ayúdanos a cumplir tu voluntad con sinceros deseos de amar, perdonar y servir a ejemplo tuyo, porque eres nuestro Señor y Salvador, la Luz que nos ilumina y la fuente de nuestra esperanza. Amén.
Feliz martes para todos lleno de bendiciones abundantes.
Palabra del Papa
«Y es siempre Jesús quien tiene que ayudarnos a entender una y otra vez que el poder de Dios es diferente, que el Mesías tiene que entrar en la gloria y llevar a la gloria a través del sufrimiento. Esto aparece bajo la palabra clave “irse”, “ir hacia”. Según Juan, Jesús habló en dos ocasiones de su “irse” donde los judíos no podían ir. Quienes lo escuchaban trataron de adivinar el sentido de esto y avanzaron dos suposiciones. En un caso dijeron: “¿Se irá a los que viven dispersos entre los griegos para enseñar a los griegos?”. En otro, comentaron: “¿Será que va a suicidarse?” En ambas suposiciones se barrunta algo verdadero y, sin embargo, fallan radicalmente en la verdad fundamental. Sí, su irse es un ir a la muerte, pero no en el sentido de darse muerte a sí mismo, sino de transformar su muerte violenta en la libre entrega de su propia vida» (Cf Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, segunda parte, p. 30).