Última semana de nuestro mes de julio, momento para abrir los ojos y contemplar las maravillas de un nuevo amanecer, el azul y blanco del cielo y de las nubes. El nacimiento del sol nos anuncia que es el momento de iniciar nuestro camino de esta semana. Un camino que te pedimos sea de ilusiones, esperanzas y satisfacciones por todo lo que realizaremos en este tiempo. Nuestro día sea de solidaridad fraternidad y un servicio desinteresado a todos nuestros hermanos que necesiten de cada uno de nosotros.
Hoy en tu palabra nos regalas dos grandes elecciones para aplicar en nuestras vidas. El libro del Éxodo nos narra el pecado del pueblo. Se han olvidado de Dios y han ido tras los ídolos. En muchas ocasiones, confiamos más en nosotros mismos que en la paciencia de Dios y su seguridad en sus palabras. No permitas, Señor, que sigamos haciendo ídolos de barro y desconfiando de tu voluntad.
La segunda lección que nos regalas: sigues hablando y haciendo comparación del reino de los cielos. La invitación que nos haces en este día es que tengamos el ejemplo del crecimiento del reino de Dios como esta semilla del grano de mostaza y al mismo tiempo la levadura que fermenta todo para que tengamos pan. Danos la gracia de poder extender tu reino, que lo hacemos por medio del cumplimiento de tu voluntad y tus palabras esperanzadoras. Gracias, Señor, por darnos la semilla de la esperanza y la levadura de la fe. Bendícenos en este día para que la mayor alegría sean nuestras buenas acciones y la satisfacción de amar y de servir.
Un muy feliz inicio de semana, un lunes lleno de servicio de amor y fraternidad.
Meditación del papa Francisco
La parábola utiliza la imagen del grano de mostaza. Si bien es el más pequeño de todas las semillas está lleno de vida y crece hasta volverse 'más grande que todas las plantas de huerto'.
Así es el reino de Dios: una realidad humanamente pequeña y aparentemente irrelevante. Para entrar a ser parte es necesario ser pobres en el corazón; no confiarse en las propias capacidades sino en la potencia del amor de Dios; no actuar para ser importantes a los ojos de mundo, sino preciosos a los ojos de Dios, que tiene predilección por simples y los humildes.
Cuando vivimos así, a través de nosotros irrumpe la fuerza de Cristo y transforma lo que es pequeño y modesto en una realidad que hace fermentar a toda la masa del mundo y de la historia.
De estas dos parábolas nos viene una enseñanza importante: el Reino de Dios pide nuestra colaboración, si bien es sobre todo iniciativa y un don del Señor. Nuestra débil obra aparentemente pequeña delante de los problemas del mundo, si se inserta en la de Dios y no tiene miedo de las dificultades.» (Ángelus de S.S. Francisco, 14 de junio de 2015).
Oración de preparación
Señor, al iniciar este día, te doy gracias, porque aun en lo más pequeño haces germinar tu Reino. Me enseñas que el bien crece en silencio, como la semilla de mostaza, y me recuerdas que toda obra tuya empieza en lo oculto del corazón. Haz que mi fe no se deje vencer por la impaciencia. Aunque a veces mis esfuerzos parezcan insignificantes, confío en que, si están unidos a ti, darán fruto abundante. Amén.